Si
“somos lo que comemos”, podríamos decir que “estamos como dormimos”. El sueño
interviene directamente en nuestra Salud, en nuestro estado interior y en la
forma en cómo nos sentimos y comportamos.
La
incidencia del tiempo, la duración y la calidad de nuestro sueño en distintas
enfermedades como la depresión y otros trastornos mentales se ha venido
demostrando a través de diferentes estudios. En capítulos crónicos de
insomnio, nuestras neuronas no disponen el suficiente tiempo por la noche para
realizar su función clasificadora de la realidad que han percibido. El insomnio
nos expone a una hipersensibilidad que nos aleja cada vez más de la realidad. Tres
días sin dormir nada son suficientes para padecer alucinaciones.
En
una lógica reacción, la ansiedad propia de estos sucesos y otros de mayor o
menor intensidad castiga nuestro bienestar cardiovascular, puesto que nos
desestructura a nivel metabólico. “Dejamos de metabolizar bien el azúcar,
se alteran nuestras constantes de presión arterial y nuestro corazón sufre. El
estrés le desencadena, además, un sufrimiento extra.”
Así
lo explica el orientador en Salud Ata Pouramini, quien añade a las
consecuencias indeseadas de la falta de sueño una posible relación con el
Alzehimer. Citando investigaciones realizadas en la Universidad
californiana de Berkely, el experto explica que la noche y el sueño son el
escenario en el que las células de nuestro cerebro son sometidas a una limpieza
de “elementos impuros”, de desechos. Uno de estos es la proteína
beta-amiloide, responsable de desencadenar la terrible enfermedad que causa la
pérdida de memoria en los seres humanos. Por explicarlo de una forma sencilla,
las células se encogen, expone, para dejar paso al líquido céfalo raquídeo,
encargado de la limpieza. Si ésta no se realiza bien, los procesos de
elaboración de los recuerdos podrían quedar afectados.
A
esta poderosas razones se unen otras como la tendencia a la obesidad (al
estar fatigado, el organismo reclama alimentos que le proporcionan energía,
pero también calorías y grasas), y una menor atención y creatividad en la
rutina diaria.
Ata
Pouramini aconseja acudir al especialista cuando los problemas para entregarse
“a los brazos de Morfeo” se prolonguen más allá de un mes. Para
cuando se trate, en cambio , de episodios ocasionales, ligados a
problemas de la vida común o a episodios de nerviosismo, entre otros, el
autor de “Tú eres tu Medicina” ofrece los siguientes consejos, sencillos
y fáciles de cumplir:
1.
Busca el silencio
Un
entorno silencioso, alejado del ruido propiciará el descanso. Adiós al
televisor y otros dispositivos que obligan a tus sentidos a estar alerta y les
excitan.
2.
No tomes cafeína
Nada
de café al menos seis horas antes de dormir. Por supuesto tampoco bebidas
isotónicas ni refrescos azucarados con o sin cafeína, también excitan.
3.
Evita la luz
El
cuarto consejo tiene que ver con la luz. Situaciones como desmaquillarse o
lavarse los dientes frente a un espejo lleno de luz no deben hacerse justo en
el instante antes de irse a dormir. El motivo es que esta acción también puede
excitar mucho al cerebro.
4.
Practica el Yoga, la meditación o alguna actividad relajante
El
sistema nervioso necesita ir desconectando de la actividad diaria, a menudo
frenética y estresante. Concédete unos minutos para la relajación: descansa en
silencio, estírate, practica el yoga o simplemente medita.
5.
Desconecta los dispositivos móviles.
Los
teléfonos móviles y la hiperconexión a la que nos obligan, ya sea de asuntos de
trabajo, familia o amigos no mantienen alerta. Nada de chatear, hablar o mirar
redes sociales. Al menos dos horas antes de dormir.
6.
No hagas ejercicio justo antes
Tampoco
debemos hacer ejercicio justo antes de ir a la cama, sobre todo si es muy
intenso. “Hacer ejercicio activa el cuerpo y también el cerebro y si lo
haces justo antes de irte a dormir será más complicado conciliar el sueño”,
apunta Pouramini.
7.
Cambia de colchón
En
primer lugar hay que valorar el colchón sobre el que dormimos. ¿Es el colchón
adecuado? ¿Hace cuánto tiempo que no lo cambiamos? “Gastamos en torno a un 33%
de nuestra vida en la cama con lo cual si vives, por ejemplo, unos 85 años el
equivalente es que pasarás en la cama en torno a unos 30 años y estos son
muchos años por eso es importante cambiar de colchón al menos cada 5 ó 6 años”,
señala Ata Pouramini.
8.
Levántate si no te duermes
Es
necesario romper con el acto de estar en la cama dando vueltas sin conseguir
dormir. Si te encuentras ante esta situación, lo mejor que puedes hacer es
levantarte y realizar alguna actividad relajante. Así, tu cerebro no asociará
el estar despierto con el acto de estar en la cama, una relación bastante
perjudicial para quienes no consiguen dormir. El objetivo es volver a la cama
un poco más cansado y lograr un descanso óptimo.
9.
Toma un suplemento de Omega 3 antes de acostarte
La
Universidad de Oxford realizó un estudio con niños de entre 7 y 8 años a
quienes se dio 600 mg de aceite de pescado rico en Omega 3, más o menos una
cucharada antes de irse a dormir. El reveló que los niños que lo tomaban
dormían 58 minutos más y se despertaban 7 veces menos que aquellos que tomaron
otro tipo de aceites. Ata Pouramini aconseja tomar una cucharada grande de
aceite de pescado rico en Omega 3 para lograr un sueño placentero.
10.
Trata de acostarte antes
No
después. Súmale una hora más a tu rutina de sueño y evitarás angustiarte por el
reloj. Por cierto, si no lo miras durante las horas de insomnio, mucho mejor.
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